El domingo por la tarde, en el marco del cuarto día del Festival de Cine de General Pico, se llevó a cabo una de las funciones más esperadas: la Competencia Nacional de Cortometrajes. Siete propuestas muy distintas en su forma y temática ofrecieron un panorama potente del cine breve contemporáneo.
Se proyectaron los siguientes títulos:
El río siempre fue un color, de Floriana Lazzaneo y Mariana Lombard
Morpho azul, de Belkis Valentina Martín
Pas un nuage au-dessus de la mer, de Silvana Staudinger
Las partes de un todo, de Julián Ravera
Ruby Amancay, de Mariano Swi
Amor de balcones, de Walter Ponzo Ferrari
Miren Felder, de Malen Otaño
Crecimiento sostenido
Ana Contreras, programadora del Festival, fue la encargada de presentar esta sección. “Este es un espacio que ha crecido muchísimo con los años”, destacó. “Al principio, a veces no teníamos ni material suficiente para armar la programación. Este año, en cambio, alcanzamos un récord de inscripciones, algo que realmente merece celebrarse”.
La sección, que en sus primeras ediciones apenas llegaba a reunir entre quince y veinte cortos, recibió este año más de cuarenta trabajos de realizadores regionales. “Y no solo aumentó la cantidad, sino también la calidad de las propuestas. Se percibe un aprendizaje colectivo”, señaló Contreras. “Es cierto que hablar de calidad puede ser subjetivo, pero se nota una evolución: los cortos ya no parecen simples ejercicios académicos, sino obras con identidad propia”.
Contreras también valoró la participación de realizadores patagónicos vecinos, y cerró su intervención con un reconocimiento al equipo de programación y al público que acompaña: “Este es un programa breve, pero muy querido por nosotros”.
Entre las realizadoras presentes, dos voces pampeanas destacaron por su mirada sensible y experimental: Silvana Staudinger, artista audiovisual, y Belkis Valentina Martín, directora del multipremiado Morpho azul.
Una imagen, una ficción y una crítica
Silvana Staudinger presentó Pas un nuage au-dessus de la mer (“Ninguna nube sobre el mar”), una pieza experimental que parte de una imagen encontrada para construir un relato ficcional, íntimo y político. “Vi una foto de una nena a caballito de un hombre, y me inventé una falsa familia”, relató. “Esa nena se parecía a mí cuando era chica, y a partir de eso empecé a armar un relato con textos en francés de YouTube, tutoriales, archivos… El amor romántico, la familia perfecta, lo falso. Todo eso empezó a tomar forma.”
El corto mezcla apropiación de archivo, autoficción y crítica cultural. “Aunque lo neguemos, todos construimos esa idea de familia ideal, de pareja perfecta. Está en el aire. Lo vemos en nuestras amigas, en las redes, en cómo queremos mostrar nuestras vidas. Me interesaba hablar de eso.”
Sobre la posibilidad de estrenar su corto en el festival, fue contundente: “Para mí es fundamental estar. Esta es la primera proyección del corto y quería ver en qué andamos cada uno. Me siento muy agradecida por el acompañamiento que recibimos los realizadores y realizadoras en este Festival”.
El universo sensorial de Morpho azul
También se presentó Morpho azul, de Belkis Valentina Martín, una obra centrada en una coleccionista naturalista que reúne plantas, insectos, cabellos y objetos orgánicos. “El proceso fue muy difícil”, confesó. “Lo hicimos en un momento del país muy complicado. Por suerte, tuvimos apoyo de la Secretaría de Cultura de La Pampa, filmamos en el Museo de Historia Natural, y también nos ayudaron desde la Universidad y el grupo GEMA (Grupo de Estudios Multidisciplinarios en Artrópodos), que trabaja con artrópodos”.
La película, que obtuvo el premio Historias Breves del INCAA y cuenta con apoyo del Fondo Nacional de las Artes, empieza a recorrer festivales y pantallas. “Ahora va a estar en Mar del Plata, y el año que viene en el cine Gaumont. Estamos muy contentos”, celebró Martín.
La realizadora también reflexionó sobre la programación de festivales y la circulación del cine independiente. “Hay que entender que las decisiones de selección no solo responden a criterios estéticos, también hay dimensiones políticas. En festivales europeos, por ejemplo, se programa mucho sobre Gaza o el cambio climático. Eso no debe desanimarnos. Tenemos que hacer las películas que nos atraviesan, seguir el deseo y confiar en el proceso”.
Por último, valoró profundamente su vínculo con el festival: “Es la primera vez que presento una película, pero he trabajado y colaborado con el festival en años anteriores. Quiero destacar el trabajo de Sonia Ziliotto y Claudio Mateos, que son el corazón de todo esto. Es increíble cómo nos reciben a todos los realizadores. Este festival no sucede en ningún otro lugar del país”.
